sábado, 22 de mayo de 2010

La muerte como diversión


Dicen que las corridas de toros son un arte. ¿La cornada mortal que acaba de sufrir el torero Julio Aparicio, en la Plaza de Las Ventas de España, es también un arte? ¿Es acaso un arte ver cómo el cuerno de un toro se mete por debajo de la quijada del torero, le destroza la lengua y le sale por la boca, hasta levantarlo por los aires? No es un espectáculo digno de aplaudir, ¿o sí?

Nunca entendí este tipo de diversión; matar para aplaudir. Ni entenderé jamás las peleas de gallos, el arte de disparar animales o torturarlos de cualquier manera. La tortura en cualquiera de sus manifestaciones es un arte -en todo caso- del dolor ajeno. Una expresión todavía viviente revestida del machismo humano. La estupidez de mostrarse superior, dominante, ganador en un ruedo inferior al de la inteligencia humana. Ese es nuestro espejo. La sangre para la foto, las heridas para el aplauso, la muerte como diversión. Del toro o del torero da igual.

Pero al torero no lo torturan antes de salir a la plaza. Al toro le cuelgan sacos de arena en el cuello para que esté débil, le golpean los testículos, le producen cólicos y diarrea con sulfatos en el agua que le dan de beber, le untan grasa de auto para que sus ojos vean menos de lo que ya percibe del ambiente, y le ponen sustancian picantes para que le ardan las patas durante la víspera de su muerte, porque igual, buena o mala su actuación, se tendrá que morir.

No puedo ver ni entender que los picadores embistan al toro con una lanza que le produce heridas y sangrado a borbotones, destrozándole músculos y nervios que el animal, recio, aún resiste durante el ruedo. Las banderillas tiene un arpón de hasta 8 centímetros cuando el toro es resitente a las habilidades del torero. Y las banderillas no son una ni dos. ¿Que por qué después los toros no levantan la cabeza? Porque al perder tanta sangre recién los toreros pueden acercárse al ballet.

Por último. Matar al toro con una espada de 90 centímetros de largo es destrozarle, el hígado, los pulmones, la pleura, el diafragma, los intestinos de una forma salvaje. La ciencia del asesinato ha hecho posible saber cómo y de qué manera, a qué grado exacto de inclinación tiene que atravesar esa estocada que no es la final porque los toros son como su nombre: toros; recios, resistentes. Se mueren muchas veces al final porque la hemorragia los ahoga en su propia sangre, ¿y esto también es un arte?

Ahora, no es que uno sea un cucufato de las culturas de nuestro mundo. Las corridas de toros culturalmente están en nuestro mundo desde antes que nuestros tatarabuelos respiraran; pero una cosa es nacer a lado de una cloaca y con los años seguir, acostumbrarse al hedor de las cloacas porque para eso somos pensantes, y a pesar de que matamos pollos para comerlos o vacas para el bistec, una cosa es la supervivencia y otra la fría diversión. Al menos eso creo. O por qué mejor no incluimos en las olimpiadas la lucha de hombres con leones y de arma le damos sólo un tenedor, -aunque le león el tenedor lo tiene entre los dientes-.

Por último, usted dirá pero si el toro es una animal por qué tanto escándalo. Bien. Es bueno recordar esto que alguna vez escribió Schopenhauer: -"La conmiseración con los animales está íntimamente unida con la bondad de carácter, de tal manera que se puede afirmar de seguro, que quien es cruel con los animales no puede ser buena persona".



CDH/EQM

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