viernes, 19 de julio de 2013

Humala juega a lavarse las manos del Congreso

Lo ocurrido en el Congreso con el nombramiento de los nuevos integrantes del Tribunal Constitucional y la nueva Defensora del Pueblo fue un burdo carnaval de intereses. Que el presidente Humala salga ahora a decir que Pilar Freitas y Rolando Souza den un paso al costado es aún inexplicable.

Por qué quiere que sólo ambos se vayan y no se refiere a personajes como el abogado Ernesto Blume, defensor desde hace siete años del alcalde de San Juan de Lurigancho, Carlos Burgos,  sobre quien pesa las acusaciones de enriquecimiento ilícito, abuso de autoridad, lavado de activos y estafa.

Por qué Humala no se decepciona de Víctor Mayorga, el nacionalista conocido por mandar a planchar sus camisas a su asistente en el Congreso y de recortarle parte de su sueldo para no despedirlo. 

Recordemos que Mayorga fue quien coordinó la presencia de un grupo terrorista en el Legislativo en el año 2011 aduciendo un arranque de inocencia. Además de haber sido investigado por apropiación ilícita y falsificación de documentos.

¿Señor Humala acaso estos casos –aparte de los demás integrantes del nuevo tribunal de la vergüenza- no agravan la majestad del Congreso –como usted mismo dijo-? ¿Quién lo asesora, Roy Gates o su esposa? Salvando su investidura no se puede estar con Dios y con el diablo. 


Nadie le cree cuando juega a ser Pilato, pidiendo esas renuncias cuando usted sabía que acabaría así la elección congresal –o su bancada sí lo sabía y usted no, que es peor-.

Hay que saber elegir en política, y usted duda, pretende contentar a la población como a un niño con un caramelo, y eso lo hace cómplice de la crisis institucional que sufre no solo el Congreso sino todo el país. Es mentira que usted luche contra la corrupción, contra la inseguridad y la contra la pobreza. Usted está atado, y lo peor es que no sabe a dónde.


CDH/EQM

sábado, 6 de julio de 2013

Cae pesada la señora Heredia

Que la señora Heredia haya negado su candidatura presidencial en el 2016 no significa que le uno le crea, y mucho menos que nos diga la verdad. Recordemos que el mes pasado su aceptación en las encuestas se cayó de 57 a 52% en sólo un mes, mientras que Humala arrastraba apenas el 39%. Las cosas se le iban de la mano y reaccionaron -tarde- como en el caso de Conga y en la torpe tentación velasquista con Repsol.

Por eso es que la decisión del gobierno -no de Humala sino de la esposa- fue salir -ella-, darle carroña a los “gallinazos” y seguir con el plan -o con el juego obnubilado de poder de la señora Nadine haciendo campaña-, continuar sus millonarios viajes -con nuestra plata-, subir en las encuestas y hacer como si nada hubiera pasado. Quién va poder decirle sus verdades ¿los periodistas a los que no les permiten acercarse a ella cuando se presenta en público? La verdad es que como dijo alguien la señora ya estaba bien pesada cada vez que aparecía en televisión llevándose el discurso de cualquier ministro.

En casi dos años el ego de la primera dama nos costó a todos los peruanos -especialmente a los más necesitados a quienes ella les lleva un discurso de barata demagogia haciéndoles sentir que les hace un favor-  más de S/.130 millones en viajes. Sólo en asesores se van más de 3 millones, los paseítos de Nadine al interior del país costaron más de millón y medio, y al extranjero pasan los 4 millones. Eso que no contamos la gasolina del avión presidencial y el costo en televisión que ocasiona la señora cuando se mete a nuestras pantallas -con esa vocecita de dirigente universitaria- para decirnos que el comandante nos manda su saludo y su mensaje de inclusión.

Qué nos importa el saludo del presidente Humala cuando la seguridad ciudadana es un caos, cuando no se les paga a los médicos ni se destina recursos al sector Salud donde la gente se muere porque no alcanza la atención. No nos importa cuando los mercados venden pescado chileno porque la ministra Triveño decidió que la pesca tenga límites para los peruanos. Menos nos debe importar cuando Humala dice “no hay presupuesto”,  y sin embargo la Contraloría redondea S/.766 millones de soles en total lo que le cuesta al Estado mantener los caprichos de la primera dama.


CDH/EQM