jueves, 29 de abril de 2010

Quesada y Cofopri

El nuevo escándalo de Cofopri es así: Omar Quesada, secretario general del Apra y ex Director de esta entidad no sabía -dice- que sus funcionarios, le vendieron a Oswaldo Chauca Navarro -para variar un nuevo traficante de tierras, ¿no será aprista, digo yo?-, una playa de 300 mil metros cuadrados a la altura del kilómetro 72 de la Panamericana Sur.

¿Y se la vendieron saben en cuánto?

5 mil soles -cinco luquitas nada más-.

Ah... pero papeles, minutas, contratos, boleto de combi o cualquier documento referente a la misteriosa venta no hay. Se acaban de perder justo cuando la investigación comienza a tomar cuerpo entre la opinión pública, y cuando todos creemos que, en verdad se esfumaron como por arte de magia y no porque los propios funcionarios se lo comieron a pedacitos en el baño de la oficina de COFOPRI en medio de una diarrea mientras veían la denuncia por televisión.

Y lo extraño de todo esto es que el tráfico de tierras no es una novedad en el partido de Alan. Parece que algunos ya son campeones. Recordemos el caso de Germán Cárdenas; militante aprista, ahijado de Mercedes Cabanillas, madrina de varias promesas de vivienda digna para muchos pobladores de la Comunidad Campesina de Jicamarca en San Juan de Lurigancho.
Cárdenas, quien se benefició con una norma sobre expropiaciones -dictada por el mismo Alan García-, tiene un récord -de sobrepeso- que sobrepasa las 150 denuncias. Está acusado de apropiación ilícita, de entornillarse a una junta directiva que no da cuenta de la venta indiscriminada hasta de los nidos de cóndores, y encima cuenta -cuentos- con una orden de captura desde mazo del 2009.

Otro caso es el de la esposa del congresista César Zumaeta -aprista hasta los tuétanos-, a quien un programa dominical lo relacionó con el caso de la Universidad Alas Peruanas, y donde se le descubrió una sospechosa compra de terrenos en Asia a precio como para caserito. Quién como él.
Si en el mismo gobierno se maneja las obras con tarjetazos de doctor Chantada, qué podemos esperar de COFOPRI.

Hasta el año pasado, el terreno en cuestión vendido en 5 mil soles, formaba parte de una extensa área de 840,058 metros cuadrados que estaba en manos de la Superintendencia de Bienes Nacionales (SBN). Entonces COFOPRI dijo: aquí hay plata, y se lo agarró, la inscribió a su nombre en los Registros Públicos sin avisarle a la SBN en facultad al Decreto Legislativo 1089 y el Decreto Supremo 032-2008, que le permite asumir, con fines de formalización -por la vía de la informalización-, la titularidad de las tierras y dijo -sobándose las manos- ya. Aquí la hacemos.

Al final Omar Quezada ha pedido que le levanten -porque se había caído- su secreto bancario que es más importante que su carné aprista. ¿No creen?


-¡No!

Pensamos igual.

Menos mal que nosotros le tenemos al Poder Judicial la misma fe que le tenemos a los diplodocos clonados para este invierno en el parque de las Leyendas, y así esclarecer este asunto en tiempo récord.

Qué buena raza, así yo también quiero mi terreno en Chilca... ¡caracho!


CDH/EQM

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