Es
una vergüenza que después de más de dos años, el ministro de Educación, José
Antonio Chang, confiese que no se hizo absolutamente nada con los 750 mil
dólares que el año 2007, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
de México donó para los damnificados del terremoto pasado el 15 de agosto en
Pisco.
Y
encima se achora.
Le
tira la puerta a los periodistas que con justa razón le preguntan que qué se
hizo en todo este tiempo con la donación, porque ahora resulta que ya no son
750 mil, como en un principio se dijo, sino que 700 mil dólares a secas -¿o
soles… total. Cómo es la cosa, ministro?-.
¿Entonces
qué pasó, alguien se peló 50 mil dólares para su navidad?
Por
este lío el ministro de educación Chang, se quiere mechar con todo mundo -¿y
dónde está su educación, digo yo?-.
Se
la ha jurado al Congresista Édgar Núñez por decirle incompetente y pedirle que
se vaya a su casa, y al nacionalista Pedro Santos lo quiere desplumar a punta
de juicio.
La
pregunta aquí es -de nuevo- ¿y la diferencia de 50 mil dólares?
Quién
va aclarar el asunto.
Y
si no se lo pelaron, ya pues… digamos que se chispotearon con el cheque y la
Dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación de México,
Elba Esther Gordillo no masticó bien la cifra porque justo ese día se había
olvidado sus lentes, y en vez de cinco vio cero en el cheque y sólo eran 700
mil dólares -y que tal si en vez de dólares tampoco vio bien las letritas y
resulta que eran yenes-.
El
hígado nos patea de tanto preguntarnos por qué recién a partir del 21 de
setiembre de este año, el ministro se pone las pilas para empezar a chequear
los expedientes técnicos de un par de colegios que, en la actualidad, están más
abandonados que jubilado de la 19990 en una cuenta del Banco de Crédito.
Qué
abuso ministro Chang, porque el colegio Hilda Bringas Quintanilla, de Pisco, y
el Rosa de Santa María, de San Clemente, siguen con el rostro de la catástrofe.
Los
alumnos no tienen –ni tendrán, por culpa de la burocracia que enrostra el
ministro- dónde estudiar. No hay techos, apenas un par de lavaderos viejos y un
par de baños en mal estado.
La
donación existe –pero bien guardadita para que no se la lleven los choros-, los
damnificados la están pasando mal, los alumnos no pueden estudiar en medio de
la ruina, y lo peor, en medio de la ruina moral de la burro-cracia indolente
que no mira la necesidad.
Nos
debe una explicación, señor Chang.
Y
el presidente Alan dónde está… ¿sigue triste por el pulmoncito robado?
CDH/EQM
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