sábado, 5 de marzo de 2011

Educación y campaña política

En medio de la feria de promesas organizada por El Comercio, lo único rescatable ha sido, entre otras cosas, ver que algunos candidatos no están tan preparados para una investidura presidencial. 

Lo último no fue un debate sino cámaras gratuitas para que los candidatos presidencales dijeran lo que pudieran. Los favoritos: Alejandro Toledo, estancado en las encuestas y que capitaliza muy bien todos los ataques de sus contendores, pero que no llega a más del 28%. 

Le sigue Castañeda y Keiko; un mudo y la otra hija de un dictador. PPK podría ser la sorpresa. Y a pesar que Humala y Toledo fueron los únicos que se referieron al tema de los derechos humanos, la mayoría coincidió en que la educación es el tema en nuestra agenda que grita peor que parturienta de Essalud.

Todos han dicho que la solución es subirle, duplicarle o cuadruplicarle el sueldo a los maestros. Otros se atrevieron a recetar lo mismo, como medida necesaria ante la inseguridad ciudadana. Subirle el sueldo a los policías, dijeron, respetar la caja de pensión policial militar. Muy bien pero eso qué tiene que ver con la inseguridad ciudadana, me pregunto.

Pero volviendo al tema de la educación, sabemos que el Perú no está a la vanguardia. A pesar de las constantes evaluaciones y la carrera pública magisterial se siente que ello no es un mal esfuerzo, pero a la vez no alcanza los objetivos porque al parecer no conocermos bien a dónde queremos llegar.

La mejora de las remuneraciones del maestro no tiene nada que ver con el estado sicológico de cada estudiante. Muchos de los alumnos llegan a la escuela para escaparse de sus traumas familiares –pobreza, abandono, divorcio-, de esa orfandad hogareña que los padres de hoy han tercerizado a los abuelos o al televisor de la casa. Cuántos padres de hoy juegan con sus hijos, cuántos se dan un tiempo para leer un libro juntos o para dar un paseo. Seguro que pocos. Todo no está en mano de los maestros.

La educación también viene de casa.

Según los entendidos, un factor importante suele ser el tiempo de horas de clase. En las zonas urbanas del Perú se estudia 420 horas al año, mientras que en las zonas rurales del interior apenas se alcanza 350. En países vecinos como Chile, el tiempo de estudio de un alumno de secundaria llega a las 1450 horas. Si queremos sorprendernos veamos las 1300 horas de los estudiantes estadounidenses. Pero esa ni siquiera es una cifra récord. En Alemania se estudia 1550 hora al año. Y en Korea y Japón -agárrese- 2500 horas anuales.

La última evaluación realizada por el Programme for International Student Assessment PISA (Programa para el Gravamen Internacional del Estudiante), demostró el último mes del año pasado que en el mundo, del puesto 65 pasamos al puesto 63 en materia de educación, juntitos a Azerbaijan un pueblito de Baku en alguna parte de Asia. Esa misma evaluación nos dice que el 80% de nuestra población estudiantil tiene serísimas dificultades para entender textos tan sencillos como una nota periodística de un diario local.

¿Por qué los jóvenes sí leen diarios de deporte y espectáculos y están con la actulidad de ese rubro? Porque son esfuerzos baratos que no nacen en la mesa donde almuerzan o quizá sí.

Digo yo, ¿la conciencia crítica, y la interpretación de textos así como de la realidad en la que vivimos se aprende subiéndole el sueldo a los maestros? Los profesores sí se merecen un aumento escalonado en sus remuneraciones pues una profesión que se estudia y en la cual se invierte una vida, merece ser recompensada y bien porque motiva sus esfuerzos, pero eso es muy distinto y nada tiene que ver con la mejora de la educación en nuestro país.

¿Eso lo saben los candidatos presidenciales? Sí lo saben, pero en campaña no lo van a decir.




CDH/EQM



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