martes, 18 de septiembre de 2012

Es inútil un debate de amnistía con el Movadef

En una reciente entrevista el periodista César Hildebrant cuestionó a todos aquellos que se oponen al debate de una posible amnistía tanto para militares así como para los terroristas -la misma que plantea el Movadef-. Es cierto que habría que no hay que ser cucufatos ni temerle a discusiones como la legalización de las drogas. Pero en el primer planteamiento del señor Hildebrant hay una ligereza que no toma en cuenta el sentimiento de las víctimas de la violencia.

Y es que no se puede discutir una amnistía para Abimael Guzmán ni para otro terrorista. 

Primero porque es como sentarse a la mesa con el asesino de tu familia, y segundo porque con ellos no se llegará ningún razonamiento válido. Sería sólo para dejarlos en ridículo entre los que vemos la realidad como el señor Hildebrant.

Los senderistas son como los ebrios, como los orates que tienen su propia interpretación. No entienden la prosa. No sienten el ridículo y como los sicópatas no sienten ni lástima ni amor.

Tiene razón Hildebrant cuando dice que no hay que reprimir al Movadef –sería como tener un enemigo invisible-, que hay que ser cautos; pero el problema del Estado es que su cautela es similar a la de una efigie griega. Si se incauta la revista “Vórtice” porque hace apología de terrorismo, entonces por qué no se detiene al director de esa revista si ese ejercicio es considerado delito.

El problema es la fragilidad del Poder Judicial. Por qué Abimael Guzmán y Elena Iparraguirre fueron condenados  a cadena perpetua y no Osmán Morote, quien es el número  dos en la lista de Sendero Luminoso.

¿De qué vive ahora el senderismo encubierto? ¿Cuánto ha hecho el gobierno por erradicar el traslado de insumos de droga? ¿Por qué se desactivaron 5 bases antiterroristas en Vizcatán el año pasado?

Es inaudita la constante contradicción del gobierno peruano. Se destruyen pozas de maceración con cámaras de televisión cada semana y no se controla los ingresos de cemento, sal en camiones, ácido muriático y lejía a la selva del país. El problema es que no se quiere erradicar el narcotráfico como no se quiso enfrentar el terrorismo cuando aparecieron los primeros perros muertos colgados en el Centro de Lima. 

Se advirtió la colombianización del Perú 5 años atrás. Hoy es una realidad de la mano del sicariato.

La Ley del Negacionismo es coja. Si Osmán Morote sale en libertad y participa en acciones violentas, mientras no sea capturado en flagrante acto bastaría con negar a Sendero Luminoso para librarse de ser condenado. Lo correcto sería potenciar la Ley de Apología al terrorismo. Habría que esperar que todos los sectores políticos se pongan de acuerdo. 

El gobierno lamentablemente es mudo.


CDH/EQM

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