lunes, 24 de septiembre de 2012

Beto Ortiz y las dos caras de Jano

Las dos caras de Jano pertenecen a la mitología griega, cada una en lados opuestos. Dios de las puertas invocado el primer mes del año. Mientras una mira hacia fuera la otra lo hace hacia dentro. Beto Ortiz pasa por lo mismo. Luce dos rostros televisivos que pocos han advertido en su conducción.

Mientras su programa “Abre los Ojos” es agudo con la noticia por las mañanas, “El valor de la verdad” prostituye la miseria humana por las noches, mas elegante que la Bozzo, pero igual, la degrada y la ofrece porque sabe que la audiencia la consume. Son dos espacios con públicos distintos.  Por un lado informa -y bien- pero por otro pervierte. De día el intelectual, de noche promotor del morbo, de esa mugre televisiva que ofrece en esa extraña dualidad en él autodestructiva por naturaleza.

El señor Ortiz debe reconocer que prostituir una verdad “inventada” le costó la vida a la joven Ruth Thalía Sayas. No todo lo que dijo en el primer programa “El valor de la verdad” era cierto, y el supuesto enamorado no lo era. Era su ex pareja a quien con previo acuerdo llevó para presentarse a pedido de la producción. Ahí el programa mintió. Y si la joven lo engañó, pecó por no asegurarse que aquello que presentaba era real.

Si no se hubiera presentado en el programa, Ruth Thalía Sayas no habría buscado a Bryan Romero, y éste no la habría envenenado ni la habría enterrado en un silo a esperar que se muera. Pero a ella nadie la obligó, fue por propia voluntad porque el premio era –dentro de su necesidad- tentador. 

Ortiz sabe que mintieron en el primer programa. Las personas puede que lo sepan y a pesar de eso se obligarán a creer que es verdad. Es más no querrán que salga del aire. Es así, la pornografía nunca es real pero se consume como si lo fuera y vende en demasía.

Con el morbo televisivo pasa lo mismo. Siempre va tener audiencia. No importan los medios, importa la edición, el testimonio final. La verdad en una noticia tiene el mismo valor en un reality o en una tertulia. No se puede ser un paladín de la información matutina y de noche un caficho de la miseria humana. Por el bien de “Abre los ojos”, ojala sacrificara las confesiones del fin de semana.


CDH/EQM

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