El
papel de la primera dama, Nadine Heredia, en los quehaceres de la política se
ha vuelto una intromisión extraña y recurrente que debería ser rechazada
de plano por todos los sectores de la política. ¿Por qué se mete la primera
dama en las labores del presidente?
Es
conveniente preguntarnos además si esa irrupción a la que ya se acostumbró la
señora Heredia, -como esposa del presidente Ollanta Humala- entre risitas y
discursos zalameros, es parte de una inocua tentación sin importancia o un plan
a largo plazo para algún tipo de rédito en el futuro.
Ser
la primera dama no es un cargo público por lo tanto los temas políticos le
corresponden –óigase bien- al presidente de la República y a sus ministros.
¿Por qué la señora Heredia en ausencia del mandatario se apropia del papel de
la primera vicepresidenta –que se lo permite- y se ocupa de los temas de agenda
como si ella estuviera encargada del gobierno?
Cuando
la señora Heredia se pregunta: ¿Dónde está mi ministra? En referencia a la
titular de Educación, Patricia Salas, es indudable que la primera dama cree y
está convencida que ella es una funcionaria pública y que su cargo está
por encima de los ministros. Pero ella no está encima ni debajo; simplemente no
es funcionaria de Estado y cómo tal debería no inmiscuirse en la función para
la que fue designado su esposo y elegido cada uno de sus ministros.
Encargarse
de la presentación de programas sociales, campañas como la Lucha contra el
bullying, tomar partido en temas de conflicto social y ofrecer discursos
demagógicos y declaraciones en temas que le resultan conveniente al gobierno es
poco ético porque ese trabajo le corresponde a los sectores involucrados que no
deben quedar como adornos a lado de la primera dama.
La
señora Heredia está llevándose gratuitamente el marketing de los programas
sociales con el dinero de todos los peruanos, incluso de los que no votaron por
Humala. La esposa del presidente Barack Obama no podría opacar la labor de la
Secretaria de Estado en medio de una crisis política porque el mandatario
norteamericano -y aquí no tiene nada que ver el machismo- quedaría como un
inepto que no administra las funciones de gobierno a sus responsables.
En
un afán obligatorio de sospecha si no existen intensiones de poder, revestidas
de sonrisitas pueriles y tuits calculados cada cierto tiempo, entonces nadie le
ha dicho a la primera dama que lo que hace es incorrecto, a pesar de que
aparezca cada vez mejor beneficiada en las encuestas, a diferencia del presidente
Ollanta Humala, quien luego de la luna de miel comienza a descender por esa
falta de liderazgo en el partido de gobierno.
Si
algo debe quedar claro es que el presidente por quien votaron los peruanos
divididos es Ollanta Humala, le siguen los vicepresidentes durante su ausencia.
Los ministros son los gerentes de cada sector. La primera dama no es
funcionaria. Hay que repetirlo. Nadie votó por ella. Podrá realizar actividades
benéficas o de ayuda social, pero no puede meterse en las políticas de Estado ni
hacer política con el Estado.
CDH/EQM
Podría quedar como un adorno, tener su buena ong (los familiares de Fujimori, Toledo y García reciben dinero del extranjero y nadie dice nada) y dejar la política a Efraín Quispe. Pero prefiere seguir siendo lo de siempre: una mujer políticamente comprometida. A Pilar Nores su papel de sufrida esposa del prepotente, disculpa, del presidente le costó su matrimonio (pero le dejó un buen futuro diferente...al del resto de peruanos del pueblo) .
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