Lo ocurrido en el Congreso con el
nombramiento de los nuevos integrantes del Tribunal Constitucional y la nueva
Defensora del Pueblo fue un burdo carnaval de intereses. Que el presidente Humala
salga ahora a decir que Pilar Freitas y Rolando Souza den un paso al costado es
aún inexplicable.
Por qué quiere que sólo ambos se vayan y no
se refiere a personajes como el abogado Ernesto Blume, defensor desde hace siete años del
alcalde de San Juan de Lurigancho, Carlos Burgos, sobre quien pesa las acusaciones de
enriquecimiento ilícito, abuso de autoridad, lavado de activos y estafa.
Por qué Humala no se decepciona de Víctor
Mayorga, el nacionalista conocido por mandar a planchar sus camisas a su
asistente en el Congreso y de recortarle parte de su sueldo para no despedirlo.
Recordemos que Mayorga fue quien coordinó la presencia de un grupo terrorista
en el Legislativo en el año 2011 aduciendo un arranque de inocencia. Además de
haber sido investigado por apropiación ilícita y falsificación de documentos.
¿Señor Humala acaso estos casos –aparte de
los demás integrantes del nuevo tribunal de la vergüenza- no agravan la majestad
del Congreso –como usted mismo dijo-? ¿Quién lo asesora, Roy Gates o su esposa?
Salvando su investidura no se puede estar con Dios y con el diablo.
Nadie le cree
cuando juega a ser Pilato, pidiendo esas renuncias cuando usted sabía que
acabaría así la elección congresal –o su bancada sí lo sabía y usted no, que es
peor-.
Hay que saber elegir
en política, y usted duda, pretende contentar a la población como a un niño con
un caramelo, y eso lo hace cómplice de la crisis institucional que sufre no
solo el Congreso sino todo el país. Es mentira que usted luche contra la
corrupción, contra la inseguridad y la contra la pobreza. Usted está atado, y
lo peor es que no sabe a dónde.
CDH/EQM
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