Que la señora Heredia haya negado su candidatura presidencial en el 2016
no significa que le uno le crea, y mucho menos que nos diga la verdad. Recordemos
que el mes pasado su aceptación en las encuestas se cayó de 57 a 52% en sólo un
mes, mientras que Humala arrastraba apenas el 39%. Las cosas se le iban de la
mano y reaccionaron -tarde- como en el caso de Conga y en la torpe tentación
velasquista con Repsol.
Por eso es que la decisión del gobierno -no de Humala sino de la esposa-
fue salir -ella-, darle carroña a los “gallinazos” y seguir con el plan -o con
el juego obnubilado de poder de la señora Nadine haciendo campaña-, continuar
sus millonarios viajes -con nuestra plata-, subir en las encuestas y hacer como
si nada hubiera pasado. Quién va poder decirle sus verdades ¿los periodistas a
los que no les permiten acercarse a ella cuando se presenta en público? La
verdad es que como dijo alguien la señora ya estaba bien pesada cada vez que aparecía
en televisión llevándose el discurso de cualquier ministro.
En casi dos años el ego de la primera dama nos costó a todos los peruanos
-especialmente a los más
necesitados a quienes ella les lleva un discurso de barata demagogia haciéndoles
sentir que les hace un favor- más de S/.130
millones en viajes. Sólo en asesores se van más de 3 millones, los paseítos de
Nadine al interior del país costaron más de millón y medio, y al extranjero pasan
los 4 millones. Eso que no contamos la gasolina del avión presidencial y el
costo en televisión que ocasiona la señora cuando se mete a nuestras pantallas -con
esa vocecita de dirigente universitaria- para decirnos que el comandante nos
manda su saludo y su mensaje de inclusión.
Qué nos importa el saludo del presidente Humala cuando la seguridad
ciudadana es un caos, cuando no se les paga a los médicos ni se destina
recursos al sector Salud donde la gente se muere porque no alcanza la atención.
No nos importa cuando los mercados venden pescado chileno porque la ministra
Triveño decidió que la pesca tenga límites para los peruanos. Menos nos debe
importar cuando Humala dice “no hay presupuesto”, y sin embargo la Contraloría redondea S/.766
millones de soles en total lo que le cuesta al Estado mantener los caprichos de
la primera dama.
CDH/EQM
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