viernes, 17 de febrero de 2012

Marco Tulio Gutiérrez y la democracia coja


Luego de escuchar al señor Marco Tulio Gutiérrez sustentando con gran sinvergüencería y una abierta falta de respeto a quienes le creyeron y a quienes escuchamos cada una de sus palabras registradas en el audio difundido ayer, respecto a la furibunda revocatoria que impulsaba en contra de la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, estoy seguro que nuestra democracia, coja al fin y al cabo es la que nos merecemos.

Su único interés -o interés encargado por alguien que bien podría ser el ex alcalde Luis Castañeda u otro que no conocemos- es simplemente la plata. No está mal que a uno le interese el dinero. Hay que decirlo. Lo que está mal y debería considerarse un delito, es que por encargo de alguien busque subvertir la institucionalidad municipal con el fin de alimentar sus intereses. Está mal que para ese acto de subversión utilice organismos del Estado como el Jurado Nacional de Elecciones o la ONPE, a través de planillones, firmas dudosas que al final y como el mismo abogado reconoce no alcanzarían el requisito legal para su fin.

Es cierto que la revocatoria es válida así a uno no le guste la cara de una autoridad edil. No es necesario sustentar el motivo de una revocatoria de acuerdo a la ley. ¿Significa que podemos pedir revocatorias sólo para destruir la gobernabilidad de una autoridad edil cuando nos viene en gana? Y no es una defensa a la señora Villarán, porque si merece irse, debe hacerlo por las vías legales pero sin prostituir los mecanismos democráticos que son un derecho.

¿Por qué la ONPE no se pronuncia al respecto? ¿Por qué no se pide una investigación inmediata?

“En realidad a mí no me interesa el tema político post. O sea, a mí lo que me interesa es: se acaba esta vaina, yo me retiro para estar en mi tranquilidad, ver la Ley y el orden, ver CSI Miami... Eso es lo me encanta ver en mi cuarto y que el resto del mundo se joda... Entonces, el problema es que en esta vaina... el IPAM sea conocido, que el instituto sea conocido, porque queremos abrir un instituto, porque para abrir un instituto necesitas plata, local... lo importante es que ya se metió el nombre del Instituto Peruano de Administración Municipal…”

Marco Tulio Gutiérrez deja entrever que toda la parafernalia de la revocatoria lo hace por encargo de alguien a quien se refiere como un loco. Nunca contestó frente a Augusto Álvarez Rodrich -y tampoco se insistió- sobre quién era esa persona. Pero hay que destacar la diligente presencia de Gutiérrez para encarar -a su manera- el problema. Se paseó por varios medios y en ninguno pasó el aprieto de la repregunta.

Al final el enemigo de Villarán por encargo de alguien que Marco Tulio no se acuerda, a pesar de haber almorzado un día antes con él, reconoció que su voz era la de los audios, pero que estaban editados en su contra. El viejo truco de la edición. ¿Y qué tal si es el mismo Marco Tulio Gutiérrez es el que inventó la difusión de sus propios audios en todos los medios a fin de promocionar más su instituto y quedar como una víctima del chuponeo y de las ediciones inescrupulosas?

¿Será que así como se presta para una revocatoria Marco Tulio Gutiérrez lo hace también para desviar a la prensa de temas que deberían preocuparnos más como el cuestionado peritaje de Conga, la desactivación de bases militares en zonas del narcotráfico o las cercanías de Artemio con integrantes del nacionalismo?

Hay que recordar que las firmas obtenidas por el ejército de colaboradores de la revocatoria -y que no trabajan gratis- hasta el momento son la participación de una parte de la población que habría sido engañada y que de archivarse la revocatoria –que sería al final el negocio premeditado del señor Marco Tulio- significaría que los organismos de Estado como la ONPE o el JNE colaboraron, de forma indirecta, -o directa luego de los audios sin investigar- en el engorde de la billetera y de la fama del IPAM.


CDH/EQM



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