Estos
días tuve la mala suerte de oír al Presidente Alan García expresar su abierta
indignación -a una travesura, porque al final este tema no es más que eso- una
travesura publicitaria que la empresaria Susan Hoefken urdió para publicitar -valga
la rebuznancia- su exhibición
titulada: "El cuerpo humano. Real y fascinante" -y donde no he visto
un sólo cuerpo de mujer.
Pero...
poishito Alan, cómo sufría por el pulmoncito…
“¡Qué
crueldad! ¡Qué maldad!. -se jalaba los pelos-. Todo para ganarse cuatro
billetes -que a él le sobran-. Ojalá renunciara a la nacionalidad peruana esta
persona porque no se lo merece -decía con estilo novelero, hipnotizando a
todos los periodistas a su alrededor y a mí que estaba por moquear-. La Constitución puede decir lo que sea pero en mi corazón -¿tenía?- yo
pienso que quien hace ese daño al país no merece llamarse peruano”.
Ya
se resintió de nuevo don Rómulo...
Ya
púes tío Alan no me estafes... y eso va para todos los noticiarios y en
especial para la tía Rosa María Palacios -que dicho sea de paso es bien
aburrida-.
Pero
qué manía para darle con el rollo a cada rato, como si fuera una novedad que en
un país de Latinoamérica se robaran un pulmón de plástico. Con la cantidad de
peperas que hay...
Y
no es que crea que Susan Hoefken hizo bien al tramar un robo con fines
marketeros; me parece genial. Claro, toda genialidad nunca es entendida, y por
el contrario, deberíamos aceptar públicamente -que es lo más caballero cuando
uno está con roche- que a todos nos hizo cholitos y caímos redonditos en la
trama.
El
problema de Susan Hoefken no es que nos haya hecho quedar mal en el extranjero
-eso es un cuentazo, como decía Esopo-. El problema es que aquí, los medios de
comunicación masivos no le perdonan el ridículo que la joven empresaria les ha
hecho pasar al hacerles seguir el juego como tarados. Claro, como aquí todos
los tarados... perdón, los ampays
baratos y escandaletes de callejón nunca son gratis o nunca se les imponen a
los medios...
Y
nuestro Presidente que es un ducho sabueso y cien veces más marketero que la
Hoefken, no perdió la oportunidad de voltearle la torta y pedir que renuncie a
la nacionalidad peruana por el daño que le ha hecho al país.
Un
poco más y me recibo de plañidero. A ver por qué no pidió lo mismo para el
dueño de la página web que puso en venta el Congreso de la República semanas
atrás. ¿Acaso ese tipo de marketing no es igual de grave desde el punto de
vista sufrible de nuestro Presidente?
Se
vende el Congreso del Perú porque está lleno de ratas, de corruptos, de
violadores, de plancha camisas, lava pies, mata perros, roba luz...
A
ver por qué no hablamos mejor de las denuncias en las que el APRA pagó a
Business Track para chuponear a Ollanta Humala -un marketero barato de la
inconformidad popular, pero más huachafo y chavista de paso- en plena campaña
electoral del 2006.
¿Ya
ves tío Alan?
Pero
ya sabemos. Todo tipo de escándalos que se puedan hacer en estos días valen. Y
mucho porque los petroaudios están que se aguantan con eso, quieren salir y hay
que aguantarles la tapa con lo que sea.
CDH/EQM
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