Estoy casi seguro que el discurso moderado -por sus asesores brasileños- de Ollanta Humala no significa que tenga una visión clara de lo que el Perú necesita para mejorar. Qué significa la nacionalización de las empresas en su plan de gobierno.
¿No es acaso la privatización, a pesar que este nuevo discurso Humalista diga que ello significa sólo tiene un sentido de preferencia por el empresariado peruano? Las pymes y mypes contribuyen con la generación de empleo, pero no es toda la economía. Y eso parece no saberlo.
O sí lo sabe, y está seguro que en el país somos unos desinformados. Pretende fomentar la integración entre países andinos pero no se da cuenta que el potencial económico se encuentra afuera, en Estados Unidos, Europa, Asia.
Los tratados de libre comercio -según él- tienen que ser revisados. Su modelo económico ideal plantea un paternalismo en la mayoría de empresas. Para eso desea un cambio de constitución, a través de un referéndum. Sus relaciones comerciales serán con aliados, obviamente a su modelo económico. Miremos cómo le va a Bolivia.
Promete un impuesto a las sobreganancias mineras cuando lo que debería decir es cómo serían repartidos los impuestos actuales y qué se haría con esa repartición, en qué se invertiría, a quién beneficiaría más. Somos un país que crece en materia económica; todos los resultados nos benefician. No estamos en el país de las maravillas aún, pero vamos, como quiera que sea, por un buen camino, y un gobierno nacionalista como Venezuela , Bolivia o Ecuador, sería convertirnos en cangrejos de la región.
Hace poco Ollanta volvió a plantear la creación de una Empresa de Telecomunicaciones del Estado, una especie de Entel Perú, así como una gran línea aérea pero dirigida por capitales peruanos porque eso sería mejor para todos, más eficiente según él. Eso es populismo barato. Legalmente democrático pero promesa pero al fin y al cabo intervencionista, que lo único que logrará es ahuyentar las inversiones de los últimos años.
No porque aparezca primero en las encuestas significa que vaya a ganar; por el contrario, es demasiado peligroso que las encuestas coloquen un primer lugar diferente cada semana.
El azar es lo peor que podría resultar en un país como éste.
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