Señor
Ministro del Interior Octavio Salazar. Los barristas que hace días originaron
la muerte de la joven contadora María Paola Vargas, no son barristas. Son
asesinos, criminales, homicidas o parricidas. Cualquiera de estos sinónimos.
Pero
no.
Usted
los trata con respeto, con gentileza cándida que la verdad, cuando lo vi en
televisión -se me amotinaron las tripas-, pensé que se iba a referir a esos
salvajes con el rigor de un militar viejo verde -por el color del uniforme-;
pero tampoco.
Nuestro
problema en éste país es que somos buenitos -por eso que estamos verdes-. Somos
tan buena gentes -como los bomberos- que al final nos agarran de cojudos.
Y
hay que ser bien iluso para decir que los barristas presuntamente involucrados
en el violento ataque que causó la muerte a la joven contadora, deben
entregarse porque serán identificados y capturados.
¿Cuándo
en la historia de nuestra fauna silvestre un barrista o barrabravista, piraña o tira piedra de barrio que se haya robado un
par de zapatillas se ha entregado a la justicia?
Si
un choro-monse- no lo hace menos lo va
hacer un presunto implicado de asesinato, que ni siquiera el ministro Salazar
sabe si son implicados porque recién van a investigar. Y se van a entregar...
-Jefe...
nosotros tábamos cerca de ahí pe...
queremos que nos investigue... -siga esperando señor ministro.
Y
para remate, le dice a los padres de la víctima -para agarrarlo a palos- que la
Policía Nacional del Perú ha organizado un equipo que trabaja para dar con los
"sinvergüenzas" que causaron la muerte de su hija.
¿Sinvergüenzas?
-¿bien sano ah?-.
Sin-vergüenza
hay que ser para ponerse los pantalones y proponer: Aquí la chamba es para la
tropa, que salgan los militares y se levanten a todos los pandilleros
miserables que nos destrozan la vivienda a pedradas y nos dejan como pirata con
un solo ojo por salir y ver quién tiró la piedra. A esos que apenas acaba un
partido se levantan todo lo que encuentran a su paso, y todo mundo tiene que
esconderse como lo hacen los cuyes cuando el chamán del norte los mira antes de
hacerse una limpia.
Los
barristas que matan son asesinos. Los que acuchillan a quien encuentran a su
paso porque nos les gustó su cara, porque de casualidad se aparecieron en su camino
y les abrieron el cuerpo con machete así sean adolescentes merecen castigo. Por
qué no los enmarrocan a todos en fila de paredón y los hacen sudar haciendo
carreteras en la sierra.
Es
cierto que seguro saldrán los ciprianis
a proclamar sobre los derechos humanos, a decir que pobrecitos, que son jóvenes
y que la falta de trabajo los indujo, que la violencia familiar, el Estado, la
sociedad...
¿Y
los derechos del ciudadano? ¿los derechos al libre tránsito después de un
partido de fútbol?
Esos
sinvergüenzas son asesinos; criminales a secas.
CDH/EQM