Estos últimos días Ricardo Belmont se volvió nuevamente
la figura mediática tras su discurso de rechazo a la llegada indiscriminada de
venezolanos al Perú. Se ha dicho tantas cosas en nombre la opinión pública que
lo único que se logra todo el tiempo es inventar miedos y dudas en la
población. No estoy de acuerdo con la etiqueta de xenofobia que le han puesto a
sus palabras. No hay xenofobia sino estrategia política y fría sinceridad para
posicionarse como candidato a la alcaldía de Lima. El señor Belmont no está de
acuerdo con la llegada indiscriminada de venezolanos al Perú. Lo que suena
demasiado insensible frente a la imagen de inmigrantes llaneros durmiendo a la
intemperie en Tumbes. Claro no está de acuerdo a la llegada libre y sin
registro de parte de las autoridades locales. Y está bien. Se debería tener un
control más detallado de la presencia de venezolanos en el Perú. Belmont
también ha dicho: Que se defiendan solos,
porque si no la pelean allá se viene acá, a que nosotros, que somos tan buenas
gentes con los extraños les vamos a dar nuestras casas… van a quitarnos el
trabajo... Bueno, Belmont está en campaña, es entendible. Pero lo que dice es
exactamente lo que sucede. Los venezolanos aquí se defienden solos. Nadie les
regala nada. Trabajan desde muy temprano, venden de todo y todo lo que pueda
venderse con tal de ganar honradamente su dinero. Están en todas partes. Y no
vienen a quitarle trabajo a nadie, ese es un miedo popular. Ellos vienen a
ocupar un trabajo que tal vez otros no aprovechan o que nos alcanza en oferta
laboral. Esa fue una exageración del ex alcalde. Además de acuerdo a los
expertos la presencia de ciudadanos venezolanos no llega ni al 1% de la PEA peruana.
Hasta han comparado a Belmont con Trump, creando desde algunos medios y redes
sociales, un miedo nuevamente innecesario que desinforma y arma inútiles primeras
planas. Es bueno recordar que en sus declaraciones también prometió que en una posible
gestión como alcalde, identificará a los migrantes y construirá un mercado
ambulante para que trabajen. Para tener una idea de la cantidad de venezolanos
en el Perú es bueno saber de acuerdo a Migraciones que hasta diciembre del 2017
se albergaba 100 mil venezolanos. Hasta el presente mes de agosto la cifra aumentó
a 400 mil, y sólo una sexta parte de este número cuenta con el respectivo
Permiso Temporal de Permanencia (PTP). Lo mejor sería, en vez de
escandalizarnos por xenofobias invisibles y dramas para ver si debemos
colaborar con los venezolanos, cuando hay peruanos que viven en extrema pobreza,
colaborar simplemente y punto. Sin decir nada. Solo colaborar con quienes se
puede. Peruanos o migrantes, conocidos o desconocidos. Colaborar simplemente
antes de perder el tiempo comparando inutilidades.
CDH/EQM 25/08/18